Para los amantes de la naturaleza es un privilegio poder pisar lugares como este. Hay bosques por todas partes y todo el mundo da por hecho que el respeto a la naturaleza es una obligación de todos.

 

Disfrutamos mucho del evento allí y de la convivencia. Los dulces típicos que nos pusieron en el pabellón el día del campeonato, son motivo más que suficiente como para ahorrar y volver.

 

 El maestro Rikard Larsson fue un buen anfitrión. Resulta raro llegar en un época en la que, durante semanas, es siempre de día, pero es muy bonito; es otro ritmo, otra forma de ver la vida. 

 

Algo a destacar positivamente es que se respira aire muy limpio. El civismo y la limpieza.

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La nota negativa: Quizás el ambiente, que en ocasiones llega a ser tan "relajado" que aburre.